Bordear los límites de una literatura de lo posible es empezar a desmantelar el poder de los textos-discurso, riendo ante la solemne idea de verdad que se les pretende asignar; aun a sabiendas de que estamos insertxs en la máquina, cumpliendo funciones dentro de su gramática, convirtiéndonos en ciudadanos trabajadores que pagan sus impuestos en el gran texto social. Decidimos abrir surcos poéticos en los intersticios de sus tuercas, para abogar por momentos de detención dentro de la máquina.
Por ésto, Preferimos ser puntos de fuga ante la tragedia del “hombre moderno”, palabreando sin esperanza pero con estallidos, haciendo del descenso una caída en el pecado, profanando los textos para liberarnos en ellos, vernos tentados a la destrucción de la máquina, tentados más no obligados, es un juego sin retahílas morales. Un Preferir No, a las luces cavernales de la cultura dominante.
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