MISTERIO Y JERARQUÍA (sobre lo inasimilable del anarquismo)

“En cuanto a metáforas hidrográficas, al anarquismo no le correspondería la figura del río, sino la del géiser, como también la de la riada, el aluvión, el río subterráneo, la inundación, la tromba marina, la rompiente de la ola, la cabeza de tormenta. Todos, fenómenos naturales inesperados y desordenados aunque dotados de una potencia singular e irrepetible. Esta diadema de fluidos ya nos advierte sobre su drama, que no logra conciliar su poder trastornante y su débil persistencia posterior, su capacidad para agitar y movilizar el malestar social de una época y su incapacidad para organizarlo, su pugnante tradición de acoso a la política de la dominación y su dificultad para amplificar su sistema de ideas.”

Deviene cabeza de tormenta aquí

El veganismo y sus límites políticos

 

Construir formas de vida, que en si sean formas de lucha, son las mesetas que hemos decidido asaltar para intentar fugarnos del aparato de estado. En esas múltiples maneras de hacerlo, nos hallamos con los grandes interrogantes de cómo no sufrir el síndrome del Alma Bella, evangelistas del arte del qué hacer, personas que levitan con sus prácticas políticamente correctas juzgando a lxs que no tienen sus mismos comportamientos e interrogantes, utilizando el dedo acusador y castigador. El veganismo ha estado rondando por estos lares, alejándose de lo que alguna vez fueron sus apuestas ético- políticas, cayendo en una suerte de moral rancia, impotente y antropocéntrica; frente a ello este potente texto nos comparte una pregunta que queremos propagar: ¿cómo construir una ética vegana que no esté sostenida por una supuesta superioridad moral?

Cúrate del síndrome del alma bella acá

Cátálógó de monstruxs

Este cuerpo sin órganos, «mesa esquizofrénica» que se ha conjurado y devino arma, es el abandono de unas cualseas, amigxs, manaditas. Ha sido creado a partir del agenciamiento entre varias cuerpas que se han cuestionado la monstruosidad, viendo en la/el monstrux una potencia maquínica. no queremos re-significar lo monstruoso y «entregarlo en bandeja de plata» a la captura del capital, al otorgarle una nueva subjetividad, eso seria normalizarlo y sobrecodificarlo. la insinuación podría ser a asumirse anomalxs, impurxs, antinaturales, imorales, maquinas de guerra contra el estado, contra el capital.

Como ya ha balbuceado la manada: ¡¡¡RAYA, QUEMA, DESTRUYE !!!

 

Rizosfera

Éste es el primer pronunciamiento de rizosferas, un pequeño (h)olobionte que apenas comienza a gestarse y enredar sus miembros, un ecosistema transversal de pensamiento/sensibilidad que busca enredar prácticas, experiencias y disciplinas para abrirle paso a nuevas ecologías.

¡¡¡Las armas no son dadas, en la guerra en curso lxs cuerpxs/armas polinizan y son polinizadxs!!!

Cuerpas sin cuerpo

A la norma, a las formas en que la cuerpa habita la guerra en la que se encuentran asignados roles y funciones que somatizan, limitan e imponen las barreras de la normalidad -de lo que una cuerpa debe superar y silenciar- le oponemos la destrucción de “yo”, como aquel mandato del “estar bien” aún, cuando la violencia del sometimiento traducida en instituciones: la infantilización de las iglesias, el imperio de la ley y la corrección de la moral todo lo dañan.

Solo queda una cosa por decir para quien ha llegado a esta cuerpa-fanzine:                        profana la propiedad: ¡¡¡¡piratea y difunde!!!!

Cuerpos sin Cuerpo

El cuerpo se ha convertido en un campo de batalla, un espacio de disputa en donde las diferentes fuerzas se encuentran para signar en la carne un orden discursivo. Estas fuerzas los aplastan, lo cuadriculan y lo torturan para inscribir en él toda su impotencia: cuerpo sometido, cuerpo amenazo por la esclavitud del programa capitalista. Ante esta guerra y servidumbre debemos responder para poder “acabar con la masacre del cuerpo”, para expulsar de sí el signo de lo económico-práctico. Por esta razón, les proponemos un cuerpo-libro para liberar las energías y potencias que nos permiten devenir, porque en definitiva hemos comprendido que “nadie sabe lo que puede un cuerpo”.