Construir formas de vida, que en si sean formas de lucha, son las mesetas que hemos decidido asaltar para intentar fugarnos del aparato de estado. En esas múltiples maneras de hacerlo, nos hallamos con los grandes interrogantes de cómo no sufrir el síndrome del Alma Bella, evangelistas del arte del qué hacer, personas que levitan con sus prácticas políticamente correctas juzgando a lxs que no tienen sus mismos comportamientos e interrogantes, utilizando el dedo acusador y castigador. El veganismo ha estado rondando por estos lares, alejándose de lo que alguna vez fueron sus apuestas ético- políticas, cayendo en una suerte de moral rancia, impotente y antropocéntrica; frente a ello este potente texto nos comparte una pregunta que queremos propagar: ¿cómo construir una ética vegana que no esté sostenida por una supuesta superioridad moral?
Cúrate del síndrome del alma bella acá